Córdoba al Polo Norte

Mi llegada a la aldea de esquimales en el Mar Ártico fue una aventura llena de emociones y sentimientos encontrados, sumergidos en un aprendizaje forzoso de interculturalidad. La historia estaba por comenzar.

Carlos Giavay Waiss

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Utqiaġvik: entre la tradición y el hielo

Utqiaġvik, antes llamada Barrow, es uno de los asentamientos esquimales más importantes y septentrionales de Estados Unidos. Su ubicación extrema hace que el sol no se oculte entre el 10 de mayo y el 2 de agosto. Justamente, llegué en esa época, por lo que viví la experiencia única de tener luz solar durante las 24 horas del día. En contraste, durante el invierno, la oscuridad reina durante meses, con temperaturas que pueden descender hasta los –30 °C. Las noches son eternas y heladas.

Este pueblo es también una de las comunidades habitadas más antiguas del país: hay registros arqueológicos que demuestran la presencia humana en la zona desde el año 800 de nuestra era. Hoy en día, aunque cuenta con más de 4.000 habitantes y actúa como centro para pequeñas aldeas circundantes, Utqiaġvik mantiene vivas muchas de sus tradiciones.

La caza y la recolección siguen siendo esenciales para la subsistencia y la identidad cultural. Las cacerías estacionales de ballenas, focas, morsas, caribúes y aves como los patos aún son parte de la vida cotidiana, aunque el cambio climático está alterando profundamente estas prácticas ancestrales.

El día que mi destino fue el Polo Norte

El 10 de agosto de 1990 fue un día clave en mi vida. Comenzaba una nueva etapa en la gran aventura de mi intercambio cultural, una que pondría a prueba todo lo vivido hasta entonces. Ya habían pasado seis intensos meses en la ciudad de Anchorage, Alaska, seguidos por un mes recorriendo la costa oeste de Estados Unidos. Entonces, llegó la noticia inesperada: Rotary me había asignado un nuevo destino. Era un pequeño pueblo llamado Utqiaġvik —conocido en aquel momento como Barrow—, ubicado en el extremo norte de Alaska. Contaba con unos 3.500 habitantes, de los cuales el 80 % eran esquimales.

No sabía mucho sobre el lugar, pero acepté de inmediato. La reacción de quienes me rodeaban fue de asombro: todos me miraban con cara de incredulidad cuando les contaba cuál sería mi próximo destino. Con el tiempo, entendí por qué. Aquella experiencia fue parte de una prueba piloto de Rotary para evaluar la adaptabilidad de un estudiante de intercambio en un entorno particularmente hostil. El objetivo era sentar las bases para un futuro programa regular de intercambio cultural en la región. Así, tuve el honor de convertirme en el primer estudiante de intercambio de Rotary en Utqiaġvik. Estaba a punto de abrazar el Polo Norte.

Reflexioné sobre el nacimiento de su lengua, su organización social, su cultura, su sabiduría ancestral y la fuerza de voluntad necesaria para sobrevivir —y celebrar la vida— en medio de una naturaleza tan implacable. Era un viaje al corazón de nuestra humanidad.

Era la primera vez que visitaba una comunidad de pueblos originarios. No tenía idea de qué esperar. Estaba en el Ártico, en un entorno tan inhóspito como fascinante, un lugar donde la existencia humana parecía desafiar las leyes de la naturaleza. Yo había llegado en avión, con abrigo y seguro médico, pero no podía dejar de pensar cómo habrían sido las vidas de estas comunidades hace 100, 200 o incluso más años.

Desde el auto observaba un paisaje completamente nuevo para mí: un pueblo de casas sencillas, muchas de ellas con pieles de animales colgando en las entradas, calles de tierra o grava, huesos de ballenas esparcidos aquí y allá… Todo era impactante. Me preguntaba: ¿Qué voy a hacer en este lugar durante los próximos 20 días?

Primer encuentro con el Ártico

¿Cómo llegué a estas tierras de tundra? Tomé un vuelo de dos horas desde Anchorage, con la ya desaparecida compañía MarkAir. El pasaje costaba 700 dólares, cubierto por Rotary. El día de mi llegada, el sol brillaba y la temperatura rondaba los 10 °C. (Agosto 1990) En el pequeño aeropuerto me esperaba una mujer esquimal que me llevó a la casa de mi primera familia anfitriona.

polar bear on snow covered ground during daytime
polar bear on snow covered ground during daytime