Impacto de una semana de orientación cultural en la adaptación de estudiantes internacionales
Carlos Giavay Waiss
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Ya hemos cumplido 20 años como organización en el desarrollo de programas de intercambio cultural y siempre nos preguntábamos si podíamos romper mandatos o requisitos solicitados de universidades que priorizan la cantidad de horas y actividades detalladas de las prácticas sin considerar también otros aspectos. Pero eramos consciente que para romper ciertos paradigmas de "eficiencia" debíamos tener testimonios y datos firmes. En el año 2022 comenzamos una evaluación sistemática sobre el impacto de la orientación cultural en la adaptación de estudiantes extranjeros a su familia anfitriona, lugar de trabajo y comunidad local. Tras tres años de análisis de 172 estudiantes, concluimos que la duración de una semana de preparación cultural antes de comenzar la práctica profesional es un elemento fundamental para el éxito de cualquier programa de inmersión laboral o cultural.
A diferencia de los intercambios académicos tradicionales —donde la exposición a la cultura local suele limitarse a espacios educativos controlados—, estos programas ofrecen una experiencia de inmersión profunda, por las prácticas profesionales y la convivencia directa con familias anfitrionas. Este tipo de experiencias tiene un impacto emocional y cultural significativo en los participantes, exigiendo no solo habilidades técnicas, sino también madurez, desarrollo de competencias blandas y una nueva perspectiva cultural.
Este tipo de programa puede generar un choque cultural para el participante que implica cuestionar creencias arraigadas, modificar formas de actuar propias del país de origen y salir más rápido de los esperado de la zona de confort. Por ello, resulta indispensable que los estudiantes cuenten con ciertos requisitos previos antes de comenzar una práctica en el extranjero, nuestra sugerencia es:
1. Que el participante tenga al menos 21 años cumplidos, más años mejor.
2. Poseer experiencia previa en práctica profesional en el país de origen.
3. Contar con un nivel intermedio del idioma español.
Estos criterios aseguran una base sólida para aplicar conocimientos teóricos en contextos reales, así como para manejar situaciones de estrés cultural con mayor madurez, autonomía y seguridad. Además, permiten un proceso de adaptación más fluido, que requiere tiempo, reflexión y ajustes constantes.
El factor tiempo resulta clave en el diseño de programas sostenibles de adaptación cultural e idiomática. Según nuestras encuestas, el 80 % de los estudiantes manifestó necesitar al menos tres semanas para sentirse cómodos en el nuevo entorno. Por esta razón, recomendamos a las universidades estructurar programas de inmersión con una duración mínima de ocho semanas o más, lo cual permite garantizar una experiencia significativa y brindar un acompañamiento integral en todos los aspectos.
Como educadores y asesores en movilidad internacional, tenemos la responsabilidad de ser transparentes respecto al tipo de experiencia que ofrecemos y los requisitos que deben cumplirse. Esta claridad no solo beneficia al estudiante, sino también a la comunidad anfitriona local, fomentando programas auténticos, responsables y transformadores.
Una herramienta que ha demostrado ser efectiva para nosotros es entender la segmentación de las distintas fases en la adaptación cultural. Durante la primera semana, se prioriza la asimilación de conocimientos culturales básicos, que luego serán aplicados en contextos reales. Paralelamente, se promueve la interacción inicial con la familia anfitriona y los coordinadores locales, facilitando una transición más gradual y consciente.
Este modelo permite construir una base cultural sólida, que incrementa la capacidad del estudiante para consolidar y darle utilidad a los recursos cognitivos y emocionales el entorno laboral, constituyendo la fase tres que es la más crítica y suele generar mayor ansiedad y miedo.
La selección adecuada de los participantes, la escucha activa de sus expectativas y un diseño claro de los objetivos del programa incrementan notablemente el éxito del intercambio. Este enfoque nos acerca al modelo de Aprendizaje Ético Recíproco (Fair Trade Learning), que promueve una integración holística entre el estudiante, la comunidad, el lugar de trabajo y la familia anfitriona. Estos cuatro pilares deben estar sólidamente establecidos para asegurar la calidad y el impacto positivo mutuo de la experiencia.
En nuestro próxima nota compartiremos elementos evaluados y conclusiones de las encuestas realizadas, que muestran cómo una semana de orientación cultural puede marcar una diferencia significativa en la experiencia del estudiante y las partes intevinientes. Este trabajo busca servir como guia o sugerencia para el diseño de programas más efectivos, éticos y sostenibles desde la perspectiva de la movilidad internacional.






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